En resumen, en esta perversa comedia de las manipulaciones: Samuel García no puede continuar como gobernador de Nuevo León ni tampoco podrá ser candidato a la presidencia de la República.
Con todo y sus doctorados en derecho creyó que con publicar en el diario oficial del Estado su decisión de permanecer en el cargo, dejaba salvados todos los obstáculos jurídicos.
Se equivocó porque existe una decisión previa del congreso de Nuevo León, que nombraba a Luis Enrique Orozco gobernador interino, resolución que apoyó la Suprema Corte Justicia de la Nación, así como el Tribunal Federal Electoral.
García tendría que promover recursos ante la corte para poder volver a ser gobernador, objetivo prácticamente imposible de alcanzar. Samuel tiene que entregarle el cargo a Enrique Orozco si quiere, como si no quiere, es irrelevante.
En conclusión, Samuel García no puede continuar como gobernador y tampoco podrá ser candidato a la presidencia de la República al no haber renunciado su cargo con seis meses de antelación.
Lo mismo acontece con Dante Delgado: él tampoco podrá ser candidato al no haberse registrado en su oportunidad. Finalmente la verdadera triunfadora de todas estas engañifas y traiciones deleznables es la democracia.
Samuel García sabía que nunca ganaría la presidencia, como como también sabía que la consigna de AMLO establecida en una alianza inconfesable entre ambos, consistía en arrebatarle los votos de la juventud a Xochitl Gálvez de acuerdo al principio de “divide y vencerás.”
Fracasaron. Finalmente López Obrador tendría que reconocer su fracaso en su constante objetivo de dividir a los mexicanos a través del nombramiento de un candidato espurio. La corte, por otro lado, evitó la posibilidad de la desaparición de los poderes en Nuevo León. De golpe se levantó el telón y descubrió los actores en paños menores. Arriba la República. Viva México.
Francisco Martin Moreno
